Hidroeléctrica El Sauce: Un Patrimonio Olvidado

La central hidroeléctrica El Sauce, ubicada en el sector de Laguna Verde, brindó en su tiempo la mayor parte de la energía a la ciudad de Valparaíso y especialmente a sus tranvías. Hoy se encuentra en condiciones que no dignifican su glorioso pasado: desmantelada, oxidada e invadida por la naturaleza que la circunda

A principios del siglo XX, la ciudad de Valparaíso se encontraba en su máximo esplendor: una población en constante aumento, un imán de inversionistas extranjeros, un puerto en gran apogeo y proyectos urbanísticos tales como ascensores y tranvías eléctricos. Sin embargo, la fuente energética con que se alimentaba, era gradualmente más escasa para cubrir sus necesidades.

Ante tal situación, la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad encomendó la construcción de una nueva planta generadora de energía para la ciudad puerto y sus áreas contiguas. El proyecto fue encabezado por la Compañía de Tranvías Eléctricos de Valparaíso, la cual contrató al ingeniero húngaro José Lindacker para planificar y dirigir la construcción de la central.

Lo que fue ayer

Construida en 1908, se alzó como una obra titánica y fiel testimonio de la emergente industrialización que atravesaba al país. Emplazada en el sector El Sauce de Laguna Verde, se levantó en esa fecha, la que sería la segunda central hidroeléctrica de Chile y la primera de uso público.

Precedida por la central Chivilingo en Lota, la central El Sauce se alzó como la segunda hidroeléctrica construida en Chile y la primera en precisar de un embalse artificial para su funcionamiento. El tranque La Luz –con nombre honorífico a su función- fue construido en 1907 por el mismo ingeniero constructor de la planta, con el objetivo de abastecerla de un flujo constante de agua.

El tranque La Luz fue antecedido por una presa de albañilería, construida con el propósito de acumular las aguas excedentes del lago Peñuelas y era usada como abastecimiento de agua potable para el consumo de la población de Valparaíso. Este rudimentario dique fue mejorado posteriormente –en 1907- por el ingeniero húngaro, para alimentar la planta en construcción.

El diseño de la central estuvo a cargo de la compañía suiza Escher Wyss & Co., líder del rubro a nivel mundial en ese entonces, quienes estamparon calidad y lujo en su arquitectura. Tenía una sala de máquinas de 320 metros cuadrados con baldosas blancas y negras importadas desde Alemania y un panel de control con placas de mármol de 6 centímetros de espesor que contaba con una serie de relojes, aparatos de medición, lámparas e interruptores. Sus lujosas maquinarias, con bellas terminaciones de bronce, vidrio y acero inoxidable correspondían a tecnología de última generación para la época.

La planta generaba un total de 5 megawatts y su efectividad dependía del correcto funcionamiento de una serie de etapas. El agua almacenada en el tranque La Luz era recolectada por las torres de captación, ubicadas a pocos metros de la represa y controladas por la familia Westerhout; luego atravesaba un túnel, en desnivel, de 1.200 metros de longitud; finalmente, el agua llegaba a la cámara de carga, desde donde era dirigida para hacer funcionar las ruedas Pelton de la central.

Los integrantes de la familia holandesa, Westerhout, cumplían el rol de mayordomos del tranque y patrones de los funcionarios de la central. La casa patronal se ubicaba cercana al dique y dominaba el tranque desde una vista privilegiada, junto a las torres de captación que controlaban con diligencia. Esta fue la primera familia de funcionarios que trabajó en la central que mantuvo casi un siglo de actividad.

“Desde aquí, nos poníamos a ver los instrumentos y ante cualquier ruido nos turnábamos para ver si todo andaba bien en las máquinas”, afirma Luis Murua, mientras contempla el muro que hace 20 años contenía los medidores e instrumentos de la sala de las turbinas. Luis trabajó en la planta durante 15 años y hoy recuerda con nostalgia su paso por El Sauce.

Lo que es hoy

La central funcionó incansablemente durante casi cien años, desde 1908 hasta 1995, cuando fue abandonada y el terreno en que se encontraba fue comprado por Inmobiliaria Curauma. Se mantuvo en buenas condiciones hasta el invierno de 1997, al ser afectada por un aluvión producido por las intensas lluvias de la época.

En 1990, el terreno donde se encuentra el tranque La Luz y la central El Sauce son vendidos a la Inmobiliaria Curauma S.A. Cinco años después, la inmobiliaria ordena el cierre definitivo de la planta aludiendo a que los gastos que producía no eran acordes al rendimiento que generaba. Luego de este hecho, la planta queda vulnerable ante las inclemencias del tiempo y del medioambiente, y es afectada por un aluvión que dejó la mayor parte de sus instalaciones en deterioro.

Ante la falta de protección por parte del municipio, la planta se ve afectada por reiteradas olas de saqueos que sustrajeron gran parte de sus valiosos instrumentos y materiales constructivos. Hoy en día, la central es víctima de un deterioro exponencial y sigue siendo presa fácil de ladrones y saqueadores. La Municipalidad de Valparaíso, a través de su Dirección de Gestión Patrimonial, pretende declararla como monumento histórico para evitar futuros daños a la propiedad.

“Lamentablemente el daño ya está hecho (…) la central ha estado vulnerable por 20 años y recién ahora el municipio se da cuenta y trata de hacer algo, ahora hay que puro mirar pa’ delante y pensar en los proyectos que hay en torno a este patrimonio histórico de nuestro país”, afirma Pamela Fuentes, directora del Museo Histórico de Placilla, con una mezcla de impotencia y optimismo al referirse al estado actual de El Sauce, una obra que según ella es “una pieza del pasado de nuestra nación y debe ser protegida como tal”.43679905